Las villas ecológicas me parecen una buena idea para vivir en armonía con la naturaleza y alejarse de todo ruido y estrés de las ciudades. Sin embargo, son lugares utópicos en el mundo en que vivimos hoy, siendo incompatible con la economía capitalista y el objetivo del desarrollo, o sea, el crecimiento económico.
Estas aldeas ecológicas permiten la utilización de los recursos naturales de modo que no haya un impacto tan negativo en la naturaleza. Además permiten la vida en comunidad, y así un rescate en los valores humanos.
El problema es que la economía mundial y los intereses de la mayoría de las personas hoy están en el consumo, en la industrialización y en los modos de vida que no buscan la reutilización de materiales y preservación ambiental. Así que tal vez, mezclar las dos maneras de vivir tenga un buen resultado.
Muchos países, principalmente en Europa, ya presentan medidas de preservación de la naturaleza. No obstante, las empresas de muchos de esos países actúan en los países más pobres sin preocuparse de la población y naturaleza locales. En países pobres o en vías de desarrollo, la importancia dada al crecimiento económico es mayor que dada a la preservación. En Brasil, por ejemplo, aunque tenga una de las leyes ambientales más completas del mundo, crecen los campos de soja, la ganadería, las industrias, con impactos muy negativos, sobretodo en los últimos años con nuevas leyes para promover el crecimiento económico. No obstante, hay muchas ciudades en que se practica la reutilización de materiales y otras medidas energéticas que no causen tantos problemas ambientales, como la energía solar. En otros países de Latinoamérica la situación es semejante, como en Argentina.
En resumen, para llegar a un mínimo de sustentabilidad, principalmente en los países más pobres, llevará tiempo.
Este ensayo fue producido completamente por Gabriela Silva, una alumna de CELEC del curso Intermedio II de español.